DE CRUSE A URUSSE: UNA REFLEXION AUTOCRITICA DEL TRANCE DE CENTRO A
UNIDAD REGIONAL
Jorge Hernández
Director
de la URUSSE
Primero quiero pedirles una disculpa a todas y a todos por no poder
estar en el V Congreso Resolutivo de la DCRU, allá en Zacatecas, una reunión
que nos incumbe, nos atañe porque tenemos las mismas raíces académicas y estamos
sembrados acá en el trópico junto a varios de ustedes. También les transmito un
afectuoso saludo de todos los profesores de la URUSSE, y sus deseos de que este evento resulte en beneficio
no solo de la DCRU, sino para todos, porque sin duda el fin último es
justamente ese, pensar como Universidad.
***
En la invitación que me hizo el Director de Centros Regionales, el Dr.
Fabián García, leí que interesa compartir el cómo hemos abordado las
vicisitudes y cómo vemos la perspectiva estructural y funcional de la UACh
desde acá de la URUSSE. Quiero aclarar que esta es una reflexión personal y, si
bien he platicado estas ideas con
algunos compañeros en otras ocasiones, algunos seguramente estarán de acuerdo
con mis apreciaciones y otros no, pero el caso es que hoy me toca a mí como
Director exponérselas a ustedes.
Ser el primer Centro Regional en separarse orgánicamente de la Dirección
de Centros Regionales (DCRU), creo que efectivamente merece una lectura muy
atenta de parte de todos. Y, por las expectativas que se crearon con la
aprobación de la tercera Unidad de la UACh acá en Puyacatengo, merece de parte nuestra una reflexión autocrítica, que cale, pero sin que llegue al mea
culpa.
Para no llegar a esto último, pediría solamente se nos acepte por parte
de ustedes que reconocemos que a pesar
de los tropiezos que tuvimos en el camino rumbo a la URUSSE, la DRCU mostró en todo
momento entereza, comedimiento y generosidad, hasta que logró que su hijo mayor,
o sea, nosotros, se separara por completo de su estructura. Eso lo agradeceremos
por siempre.
Visto a distancia, empiezo mi reflexión, en este espacio que se
están dando como V Congreso, con una pregunta cuya respuesta pareciera estar
contestada en automático: ¿separarnos, para qué?
***
El decreto 841-3 del Honorable Consejo Universitario de la UACh (enero
de 2009), dio el banderazo para el
comienzo de una nueva historia académica en Puyacatengo: Crea a la Unidad
Regional Universitaria Sursureste, la URUSSE, a partir de la desaparición del
Centro Regional Universitario del Sureste (CRUSE), el Centro más antiguo de la DCRU.
Este Acuerdo cerró un ciclo de un proceso que inició años antes en Congresos
como éste, pero que vino arrastrando inquietudes e incertidumbres, tanto para quienes nos transformábamos, como para la propia DCRU.
El punto de quiebre de ese proceso, la razón del por qué sólo el CRUSE, fue
justamente estructural. Esto no obstante que el dicho acuerdo dice “con la
participación de los centros regionales…”
Esta siempre respetada decisión del No
a la Integración Orgánica, que fue consultada democráticamente, en un
momento algunos la explicamos reduccionistamente que se debía a los
desencuentros en torno a la operación de la CIAEZT, lo cual no era del todo
cierto. Este asunto ahora debe pensarse en la perspectiva de la
autodeterminación y la interacción de las instancias académicas regionales, de
toda la UACh.
Hay que reflexionar detenidamente si seguir la linealidad jerárquica que
estipula la normatividad de la UACh (Centro Regional-DEIS-División-Unidades
Regionales), o sea, lo que establecen los Artículos 5º y 16º de nuestro
Estatuto, nos aleja de un objetivo común: construir
una propuesta académica de la UACh para las diferentes regiones del país, y
fortalecer su carácter nacional. Al parecer otras Universidades como la UAM
o la UV tienen otros formatos de descentralización universitaria sin perder su
propósito general.
De resultar cierta la sospecha anterior, que ese camino no solo nos
aísla, sino que nos enfrenta, no habrá otra tarea que la de hacer las
propuestas de reforma a la normatividad universitaria que nos permita la
interacción y la operación horizontal de proyectos académicos regionales, como
lo fue en su momento la CIAEZT. En un esfuerzo conjunto de rencuentro en
espacios regionales compartidos, como el sursureste, un eje de discusión será
el diseño del modelo de operación
académica horizontal y cooperante entre unidades académicas regionales de la
UACh en su conjunto, no solo de la DCRU.
Creo que el fantasma de la integración orgánica debe quedar atrás, imaginando y reconociendo nuevas formas de interacción regional, a través de proyectos académicos regionales, y es precisamente la CIEZT que nos muestra el camino. Por citar un ejemplo: cómo formular un planteamiento de una licenciatura en ecoturismo, un nombre por decir algo, para aprovechar el inconmensurable valor escénico de las tierras en nuestras regiones. Sin duda, en los centros regionales seguro tienen atractivas propuestas que puede permitirnos retomar y refrescar la cooperación académica, para la cual, no duden cuentan con nuestra total disposición.
Creo que el fantasma de la integración orgánica debe quedar atrás, imaginando y reconociendo nuevas formas de interacción regional, a través de proyectos académicos regionales, y es precisamente la CIEZT que nos muestra el camino. Por citar un ejemplo: cómo formular un planteamiento de una licenciatura en ecoturismo, un nombre por decir algo, para aprovechar el inconmensurable valor escénico de las tierras en nuestras regiones. Sin duda, en los centros regionales seguro tienen atractivas propuestas que puede permitirnos retomar y refrescar la cooperación académica, para la cual, no duden cuentan con nuestra total disposición.
Pero retomo el hilo de lo que estamos viviendo. Tal vez particularmente discrepen
mis mismos compañeros, pero de CRUSE a URUSSE, en esa linealidad jerárquica a
la que he hecho referencia, ha sido eso: un cambio de jerarquía y,
autocríticamente, un cambio de nombre. El trance, ese momento de dejar de ser Centro
Regional para ser Unidad Regional, ha resultado demasiado dilatado. La nueva
historia académica de Puyacatengo no ha sido relanzada. Ese acuerdo que cité ensanchó
nuestra área de estudio de Centro
Regional (Tabasco y Chiapas) a cinco estados más como Unidad Regional (el
sursureste); nos reclama nuevas licenciaturas y niveles educativos (maestrías y
doctorados); y, el reagrupamiento de nuestra comunidad académica en centros y/ó
institutos de investigación. ¿qué ha
sucedido o qué explica el no despegue de la tercera Unidad Regional de la UACh?
Pretextos y razones sobran, y hasta se antoja poner en primer lugar
nuestra inestabilidad interna, pero, no creo que vaya por ahí el asunto. Claro,
no niego que ha influido; dos plebiscitos quizá no sean poca cosa, pero tampoco
creo que sean todo, pues la estabilidad por sí misma no garantiza avance.
Podríamos estar muy tranquilos pero igualmente estancados, contentos con un
nombre diferente.
Sin dejar de reconocer este factor, personalmente me parece que hay otro
que puede marcar el derrotero de nuestra evolución y, con todo el respeto que
me merecen ustedes, el de los demás centros regionales. Esto a lo que me
refiero puede ayudarnos a aclarar la pregunta de transformarnos ¿en qué o para
qué?
Me explico: pertenezco a la generación de académicos de centros
regionales cuyo ingreso al sistema, subrayo la palabra sistema, nos dio
identidad con una corriente de pensamiento en cuanto a la educación y la
investigación agrícola al inicio de los ochenta. Aclaro: no soy proclive a ningún
tipo de adoctrinamiento, eso sería un contrasentido en una universidad como la
nuestra; pero me parece que esa época marcó rumbos por donde encausar la docencia,
(limitada a viajes de estudios), la investigación y el servicio universitario.
En cierto momento fuimos en Puyacatengo un referente regional en esto, y nos
dio identidad y acercamientos con instituciones como el CIES, hoy ECOSUR.
Pero nos llegó la época de que florecieran cien flores, y sospecho que ya rebasó ese número, y no hemos podido armar un ramo coherente. Mucho favorecería nuestro encuentro si explicitáramos, como unidades académicas en nuestras regiones, esos marcos de actuación universitaria regional que nos den identidad propia, y nos haga diferente y pertinentes en las mismas.
Pero nos llegó la época de que florecieran cien flores, y sospecho que ya rebasó ese número, y no hemos podido armar un ramo coherente. Mucho favorecería nuestro encuentro si explicitáramos, como unidades académicas en nuestras regiones, esos marcos de actuación universitaria regional que nos den identidad propia, y nos haga diferente y pertinentes en las mismas.
Esta línea de reflexión sobre el dar fundamento del para qué o en qué
transformamos, me atrevo a pensar que no sólo nos serviría para un provechoso
rencuentro, si no que se liga a otro
asunto que ya lo tenemos encima: el cambio generacional. Cuando hablamos del
cambio o relevo generacional, mi
pregunta es esta: ¿académica, ideológica y hasta filosóficamente qué heredamos a
quienes vienen detrás de nosotros? ¿Cuál es legado universitario que les dejamos?
Obviamente para que lo critiquen, lo superen y no se convierta en dogma.
Detenernos en esto vale la pena, porque se me hace que definir una estructura sin los nuevos referentes (la sustentabilidad,
la flexibilidad, la nueva ruralidad, la equidad de género, u otro tema de
reflexión de nuestra actualidad), nos pierde un poco. O dicho de otra manera:
nos hace perder el objetivo común de nuestra Universidad.
Con lo dicho hasta aquí no quiero dejar la impresión de que los
documentos fundacionales, con base en los cuales se creó la URUSSE, estén
vacíos de estos principios y lineamientos; al contrario, sería restarle méritos
al trabajo coordinado por el maestro Jorge Duch, si no reconociera que en esos
documentos encontramos una concepción de Unidad Regional. Es una concepción de
Unidad Regional que refleja un magnífico esfuerzo que distingue el quehacer de
Centros Regionales, en el sentido de hacer cosas novedosas. Pero, con decreto en
mano, y esto a veces es difícil aceptarlo, a nosotros nos ha faltado la
discusión más de fondo, sobre la nueva filosofía y la visión, para
sustantivarla en los proyectos de las Academias (de docencia, investigación,
servicio y difusión de la cultura), en los órganos colegiados, en fin, en la nueva
estructura académico-administrativa de la tercera Unidad Regional de la UACh.
Finalmente, quiero compartir con ustedes lo que ha significado para nosotros tener alumnos,
que no es un tema menor. Pasar de ser una comunidad de académicos donde
únicamente los profesores tomábamos las decisiones mediante un formato simple,
la plenaria, a ser una Comunidad Regional, cimbró la vida político académica en
Puyacatengo.
Hoy, la elección o remoción del Director Regional, o decidir un asunto
trascendental en su máximo Órgano
Colegiado (el Consejo Regional), es mediante votos de profesores y alumnos que
valen lo mismo, y en una comunidad en donde la parte estudiantil es casi diez
veces más grande que la nuestra. Caer en la tentación manipuladora que se
deriva de esta aritmética simple, que señala quiénes son mayoría, es riesgoso y
lo hemos vivido. Tampoco la salida a esa desigualdad numérica en votos sería
acotando el poder de la parte estudiantil, que ni es posible porque está estipulado
en nuestra normatividad; sino, trabajando en una mejora que nos prepare como
comunidad para el sistema democrático universitario, y de esa manera las decisiones
que tomen los estudiantes (en una elección o participando en un órgano
colegiado) sean consciente, razonada, comprometida y en beneficio de su propia
comunidad.
De hecho, es parte del modelo educativo al cual aspiramos, cuando alguna
vez dijimos que teníamos que tener un mayor protagonismo en la docencia, y
pensábamos tener en las regiones estudiantes con una actitud diferente a la
observada en la Unidad Central. Este es un reto que, al igual que el de
estructura y funcionamiento, deberíamos abordar de manera conjunta porque ahí
se refleja nuestro quehacer como profesores, independientemente de nuestras
jerarquías.