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Universidad Autónoma Chapingo

Dirección de Centros Regionales Universitarios


Congresos IV (2010) y V (2015) DCRU

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viernes, 16 de octubre de 2015

Aportación de Jorge Hernández, Director de la URUSSE, Puyacatengo, Tab


DE CRUSE A URUSSE: UNA REFLEXION AUTOCRITICA DEL TRANCE DE CENTRO A UNIDAD REGIONAL

Jorge Hernández
Director de la URUSSE

Primero quiero pedirles una disculpa a todas y a todos por no poder estar en el V Congreso Resolutivo de la DCRU, allá en Zacatecas, una reunión que nos incumbe, nos atañe porque tenemos las mismas raíces académicas y estamos sembrados acá en el trópico junto a varios de ustedes. También les transmito un afectuoso saludo de todos los profesores de la URUSSE,  y sus deseos de que este evento resulte en beneficio no solo de la DCRU, sino para todos, porque sin duda el fin último es justamente ese, pensar como Universidad.
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En la invitación que me hizo el Director de Centros Regionales, el Dr. Fabián García, leí que interesa compartir el cómo hemos abordado las vicisitudes y cómo vemos la perspectiva estructural y funcional de la UACh desde acá de la URUSSE. Quiero aclarar que esta es una reflexión personal y, si bien  he platicado estas ideas con algunos compañeros en otras ocasiones, algunos seguramente estarán de acuerdo con mis apreciaciones y otros no, pero el caso es que hoy me toca a mí como Director exponérselas a ustedes.

Ser el primer Centro Regional en separarse orgánicamente de la Dirección de Centros Regionales (DCRU), creo que efectivamente merece una lectura muy atenta de parte de todos. Y, por las expectativas que se crearon con la aprobación de la tercera Unidad de la UACh acá en Puyacatengo, merece de parte nuestra una reflexión autocrítica, que cale, pero sin que llegue al mea culpa.

Para no llegar a esto último, pediría solamente se nos acepte por parte de ustedes que reconocemos que a  pesar de los tropiezos que tuvimos en el camino rumbo a la URUSSE, la DRCU mostró en todo momento entereza, comedimiento y generosidad, hasta que logró que su hijo mayor, o sea, nosotros, se separara por completo de su estructura. Eso lo agradeceremos por siempre.

Visto a distancia, empiezo mi reflexión, en este espacio que se están dando como V Congreso, con una pregunta cuya respuesta pareciera estar contestada en automático: ¿separarnos, para qué?
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El decreto 841-3 del Honorable Consejo Universitario de la UACh (enero de 2009),  dio el banderazo para el comienzo de una nueva historia académica en Puyacatengo: Crea a la Unidad Regional Universitaria Sursureste, la URUSSE, a partir de la desaparición del Centro Regional Universitario del Sureste (CRUSE), el Centro más antiguo de la DCRU. Este Acuerdo cerró un ciclo de un proceso que inició años antes en Congresos como éste, pero que vino arrastrando inquietudes e incertidumbres, tanto para quienes nos transformábamos, como para la propia DCRU.

El punto de quiebre de ese proceso, la razón del por qué sólo el CRUSE, fue justamente estructural. Esto no obstante que el dicho acuerdo dice “con la participación de los centros regionales…”

Esta siempre respetada decisión del No a la Integración Orgánica, que fue consultada democráticamente, en un momento algunos la explicamos reduccionistamente que se debía a los desencuentros en torno a la operación de la CIAEZT, lo cual no era del todo cierto. Este asunto ahora debe pensarse en la perspectiva de la autodeterminación y la interacción de las instancias académicas regionales, de toda la UACh.

Hay que reflexionar detenidamente si seguir la linealidad jerárquica que estipula la normatividad de la UACh (Centro Regional-DEIS-División-Unidades Regionales), o sea, lo que establecen los Artículos 5º y 16º de nuestro Estatuto, nos aleja de un objetivo común: construir una propuesta académica de la UACh para las diferentes regiones del país, y fortalecer su carácter nacional. Al parecer otras Universidades como la UAM o la UV tienen otros formatos de descentralización universitaria sin perder su propósito general.

De resultar cierta la sospecha anterior, que ese camino no solo nos aísla, sino que nos enfrenta, no habrá otra tarea que la de hacer las propuestas de reforma a la normatividad universitaria que nos permita la interacción y la operación horizontal de proyectos académicos regionales, como lo fue en su momento la CIAEZT. En un esfuerzo conjunto de rencuentro en espacios regionales compartidos, como el sursureste, un eje de discusión será el diseño del modelo de  operación académica horizontal y cooperante entre unidades académicas regionales de la UACh en su conjunto, no solo de la DCRU.

Creo que el fantasma de la integración orgánica debe quedar atrás, imaginando y reconociendo nuevas formas de interacción regional, a través de proyectos académicos regionales, y es precisamente la CIEZT que nos muestra el camino. Por citar un ejemplo: cómo  formular un planteamiento de una licenciatura en ecoturismo, un nombre por decir algo, para aprovechar el inconmensurable valor escénico de las tierras en nuestras regiones. Sin duda, en los centros regionales seguro tienen atractivas propuestas que puede permitirnos retomar y refrescar la cooperación académica, para la cual, no duden cuentan con nuestra total disposición.

Pero retomo el hilo de lo que estamos viviendo. Tal vez particularmente discrepen mis mismos compañeros, pero de CRUSE a URUSSE, en esa linealidad jerárquica a la que he hecho referencia, ha sido eso: un cambio de jerarquía y, autocríticamente, un cambio de nombre. El trance, ese momento de dejar de ser Centro Regional para ser Unidad Regional, ha resultado demasiado dilatado. La nueva historia académica de Puyacatengo no ha sido relanzada. Ese acuerdo que cité ensanchó nuestra  área de estudio de Centro Regional (Tabasco y Chiapas) a cinco estados más como Unidad Regional (el sursureste); nos reclama nuevas licenciaturas y niveles educativos (maestrías y doctorados); y, el reagrupamiento de nuestra comunidad académica en centros y/ó institutos de investigación.  ¿qué ha sucedido o qué explica el no despegue de la tercera Unidad Regional de la UACh?

Pretextos y razones sobran, y hasta se antoja poner en primer lugar nuestra inestabilidad interna, pero, no creo que vaya por ahí el asunto. Claro, no niego que ha influido; dos plebiscitos quizá no sean poca cosa, pero tampoco creo que sean todo, pues la estabilidad por sí misma no garantiza avance. Podríamos estar muy tranquilos pero igualmente estancados, contentos con un nombre diferente.

Sin dejar de reconocer este factor, personalmente me parece que hay otro que puede marcar el derrotero de nuestra evolución y, con todo el respeto que me merecen ustedes, el de los demás centros regionales. Esto a lo que me refiero puede ayudarnos a aclarar la pregunta de transformarnos ¿en qué o para qué?

Me explico: pertenezco a la generación de académicos de centros regionales cuyo ingreso al sistema, subrayo la palabra sistema, nos dio identidad con una corriente de pensamiento en cuanto a la educación y la investigación agrícola al inicio de los ochenta. Aclaro: no soy proclive a ningún tipo de adoctrinamiento, eso sería un contrasentido en una universidad como la nuestra; pero me parece que esa época marcó rumbos por donde encausar la docencia, (limitada a viajes de estudios), la investigación y el servicio universitario. En cierto momento fuimos en Puyacatengo un referente regional en esto, y nos dio identidad y acercamientos con instituciones como el CIES, hoy ECOSUR.

Pero nos llegó la época de que florecieran cien flores, y sospecho que ya rebasó ese número, y no hemos podido armar un ramo coherente. Mucho favorecería nuestro encuentro si explicitáramos, como  unidades académicas en nuestras regiones, esos marcos de actuación universitaria regional que nos den identidad propia, y nos haga diferente y pertinentes en las mismas.

Esta línea de reflexión sobre el dar fundamento del para qué o en qué transformamos, me atrevo a pensar que no sólo nos serviría para un provechoso rencuentro, si  no que se liga a otro asunto que ya lo tenemos encima: el cambio generacional. Cuando hablamos del cambio o relevo generacional,  mi pregunta es esta: ¿académica, ideológica y hasta filosóficamente qué heredamos a quienes vienen detrás de nosotros? ¿Cuál es legado universitario que les dejamos? Obviamente para que lo critiquen, lo superen y no se convierta en dogma. Detenernos en esto vale la pena, porque se me hace que definir una estructura  sin los nuevos referentes (la sustentabilidad, la flexibilidad, la nueva ruralidad, la equidad de género, u otro tema de reflexión de nuestra actualidad), nos pierde un poco. O dicho de otra manera: nos hace perder el objetivo común de nuestra Universidad.

Con lo dicho hasta aquí no quiero dejar la impresión de que los documentos fundacionales, con base en los cuales se creó la URUSSE, estén vacíos de estos principios y lineamientos; al contrario, sería restarle méritos al trabajo coordinado por el maestro Jorge Duch, si no reconociera que en esos documentos encontramos una concepción de Unidad Regional. Es una concepción de Unidad Regional que refleja un magnífico esfuerzo que distingue el quehacer de Centros Regionales, en el sentido de hacer cosas novedosas. Pero, con decreto en mano, y esto a veces es difícil aceptarlo, a nosotros nos ha faltado la discusión más de fondo, sobre la nueva filosofía y la visión, para sustantivarla en los proyectos de las Academias (de docencia, investigación, servicio y difusión de la cultura), en los órganos colegiados, en fin, en la nueva estructura académico-administrativa de la tercera Unidad Regional de la UACh.

Finalmente, quiero compartir con ustedes lo  que ha significado para nosotros tener alumnos, que no es un tema menor. Pasar de ser una comunidad de académicos donde únicamente los profesores tomábamos las decisiones mediante un formato simple, la plenaria, a ser una Comunidad Regional, cimbró la vida político académica en Puyacatengo.

Hoy, la elección o remoción del Director Regional, o decidir un asunto trascendental en su  máximo Órgano Colegiado (el Consejo Regional), es mediante votos de profesores y alumnos que valen lo mismo, y en una comunidad en donde la parte estudiantil es casi diez veces más grande que la nuestra. Caer en la tentación manipuladora que se deriva de esta aritmética simple, que señala quiénes son mayoría, es riesgoso y lo hemos vivido. Tampoco la salida a esa desigualdad numérica en votos sería acotando el poder de la parte estudiantil, que ni es posible porque está estipulado en nuestra normatividad; sino, trabajando en una mejora que nos prepare como comunidad para el sistema democrático universitario, y de esa manera las decisiones que tomen los estudiantes (en una elección o participando en un órgano colegiado) sean consciente, razonada, comprometida y en beneficio de su propia comunidad.

De hecho, es parte del modelo educativo al cual aspiramos, cuando alguna vez dijimos que teníamos que tener un mayor protagonismo en la docencia, y pensábamos tener en las regiones estudiantes con una actitud diferente a la observada en la Unidad Central. Este es un reto que, al igual que el de estructura y funcionamiento, deberíamos abordar de manera conjunta porque ahí se refleja nuestro quehacer como profesores, independientemente de nuestras jerarquías.

Muchas gracias.

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